domingo, septiembre 20, 2015

El sindicato de policía yiddish, de Michael Chabon

Americana es una etiqueta compartida por aquellas novelas que nos hablan sobre los EEUU. Aunque sean obras de ficción y gracias a que son obras de ficción, describen a la sociedad, la cultura popular y a sus gentes más allá del punto de vista de la Historia; más allá de una lista de sucesos y eventos. Así pues, Americana es más Historia que la propia Historia.

Michael Chabon (pronunciado /Cheibon/ ) es un escritor americano que pertenece a la generación X y su nombre se cita a menudo al lado de los de Foster Wallace, Franzen, Vollmann o Coupland. Ganó el premio Pulitzer en 2001 por Las aventuras de Kavalier y Clay. El sindicato de policía yiddish es su quinta novela, y arrasó en 2007 con casi todos los premios literarios que se conceden habitualmente a novelas de ciencia ficción. Pero no es ciencia ficción.

Como El hombre en el castillo, por poner un ejemplo, se trata de una ucronía. Una historia de ficción que tiene lugar en una realidad paralela que no es la nuestra pero que habría podido existir si el devenir de la Historia hubiese sido diferente. No obstante, desde la primera página nos queda claro que lo que vamos a leer es una novela negra. Etiquetas: Alcohol, ajedrez, detective, asesinato, judíos.


El telón de fondo se construye sobre la base de que la Segunda Guerra Mundial terminó de forma diferente, la bomba atómica se lanzó sobre Berlín y a los judíos no se les dio Israel, sino un territorio de Alaska bajo protectorado de los EEUU. Allí se ha constituido una peculiar sociedad mezcla de esquimales y de judíos, de hielo y de comida kosher. Hacemos zoom y dentro de ese mundo paralelo y nos centramos en el detective Meyer Landsman, inspirado de los clásicos hard boiled de la novela negra, “un tratante de entropía y un descreído por profesión y por inclinación personal. Para Landsman, el paraíso es kitsch, Dios es una palabra y el alma, en el mejor de los casos, es la carga de tu batería.”

Y cuando la historia arranca nos encontramos con un yonki aficionado al ajedrez, muerto en la habitación de un hotel y que nadie conoce de primeras. Según vamos deshaciendo la madeja ese muerto no era un don nadie, sino una persona muy especial para muchas otras, incluidas la mafia judía con sus fuertes lazos con la mafia rusa y con ciertos líderes religiosos judíos. Que el muerto también estuviera relacionado con familiares del detective Landsman obliga al protagonista a implicarse aún más en un caso cuya resolución parece no interesar a nadie, incluidas las altas esferas que gobiernan el territorio y que, dicho sea de paso, en breve perderá su autonomía y será recuperado por los EEUU, lo que provocará que millones de judíos vuelvan a la diáspora. Landsman, por lo tanto, tendrá que batirse contra el reloj y contra propios y extraños para resolver el caso.

La novela echa a andar con un ritmo un tanto irregular. Buen inicio, flaquea a mi parecer un poco hacia la mitad, donde el desarrollo de la trama parece empantanarse un poco y remonta de nuevo hacia los capítulos finales sobre todo para la resolución de la historia personal de Landsman, con unas cuatro páginas de conversación entre él y su exmujer y de-nuevo-amante-y-además-jefa soberbias y que además resumen bien el tono general de la novela: divertida, tierna, aparentemente superficial, pero ácida por debajo de la superficie.

La novela nació como una idea del autor contar una historia ambientada en un lugar moderno en el que los habitantes hablaran yiddish y de hecho se supone que los personajes lo hablan entre ellos todo el tiempo salvo cuando se indica lo contrario. En el original todo está escrito en inglés salvo ciertas palabras yiddish de uso repetido que vienen traducidas en un glosario al final. Parece ser que incluso algunas sintaxis en inglés simulan las que se realizarían en yiddish. Esto lo sé porque me lo contó Internet, y en la traducción en español no se aprecia (aunque tampoco creo que hubiera podido darme cuenta leyéndolo en inglés). Pero esto no lo debe quitar valor a la novela sino todo lo contrario. Michael Chabon firma una novela que no se tiene que leer solamente como una novela negra de verano.

Sexo:
- Todo el tiempo –dice Bina-. Dos años.
- Todo el tiempo.
- Ni una vez.
- Ni una.
- ¿No te sentías solo?
- Bastante solo.
- ¿Y triste?
- Hundido. Pero nunca lo bastante hundido ni solo como para engañarme a mí mismo hasta el punto de creer que tener relaciones sexuales con una judía cualquiera iba a hacerme sentir mejor.
(…)
- ¿Tú simplemente te hacías pajas?
- Con una disciplina que te parecería sorprendente en un yid tan rebelde.
- ¿Y ahora? –dice ella.
- ¿Ahora? Ahora sería una locura –dice-. Por no mencionar lo incómodo que sería. Además, creo que me sigue sangrando la pierna.
- Me refería –dice ella- a si ahora te sientes solo.
Humor y sexo. ¡Inmejorable!

Naves espaciales: Esta vez no. En este universo paralelo como en el nuestro, la carrera espacial no parece ser una de las prioridades de los gobernantes judíos.

2 comentarios:

mitrulk dijo...

te iba a sugerir que hicieras un post sobre 'el hombre en el castillo', ya que justo ayer estaba leyendo sobre ese libro. Parece que ya esta rodada una serie de television basada en el libro. Entonces me di cuenta de que ya lo habias hecho... maldita sea cocodrilo! Sabes algo de la serie?

srcocodrilo dijo...

El Virtuabartolo está atento a todo. También hay un post sobre la serie ... ;)