jueves, septiembre 13, 2012

Historias de NY. La crisis en USA

Como te cuento, tío. Esta maldita crisis va a acabar con todo. ¿Pues no va y me dicen que se me ha acabado la beca de doctorado? Y sí, está claro, que yo ya lo sabía, que no me pilla de sorpresa. No es que sea el primero al que le rescinden el contrato, la verdad, ya unos cuantos habían caído antes… Pero claro, es que siempre guardas un poquito de esperanza, ya sabes, a mí no me tocará, conmigo será diferente, yo ya llevo mucho tiempo, en el fondo mi trabajo les gusta… Te dices a ti mismo esa clase de cosas que en realidad no ayudan nada, sólo sirven para crearse falsas esperanzas, pero es que si no, ¿cómo vamos a vivir? ¿Cómo levantarse todas las mañanas con la certeza de que ese puede ser tu último día? Imposible…

Aunque claro, tampoco puedo negar que yo no me haya aprovechado. Y eso lo voy a echar mucho en falta, pero te digo una cosa, esto que te digo a ti, ahora, negaré haberlo dicho hasta que me llegue la hora. El caso es que yo sacaba mi provecho del laboratorio de la universidad. Ya sabes, proyectos extra-universitarios, no oficiales… Ya lo sabes tío, mis padres no me dejaron mucho dinero y mi pobre tía lleva malviviendo con la pensión que le dejó el abuelo muchos más años de lo que yo me esperaba. Así que está el tema como para que tire de la herencia familiar, jeje. Me parto. Como si lo que necesito pudiera comprarse con un salario medio. Ni mi salario de estudiante de doctorado me daría, ni en sueños… Si es que el producto no se comercializa ni nada, di con el por casualidad, haciendo otros experimentos, y de veras creo que si lo comercializara me haría de oro pero entonces, ¿qué sentido tendría salir a la calle todas las noches a hacer el capullo? ¿Te crees que si cualquiera pudiera comprar mi producto tendría yo alguna ventaja? A ver, está claro que no soy como todos, tengo alguna ventaja adicional que otra, pero seamos honestos, mi cuerpo no está para muchos trotes y al final todos dependemos de algún agente externo que nos ayude en el trabajo.

Mira, otra vez igual, ¿ves? Te lo dije. Siempre me pillo a mí mismo llamándolo trabajo. Ja. Me descojono, ¿te parece que esto puede considerarse un trabajo? Para empezar, si queremos llamarlo trabajo tendríamos que estar remunerados, y de eso nada. Además, como uno no sólo es honrado sino también un poco gilipollas, pues ni siquiera me aprovecho de mis propias ventajas. Porque mira, no te voy a decir nombres porque yo no soy de esos, pero sé de muchos, y bien que lo sé, que lo he visto con mis propios ojos. Pues eso, que sé de muchos que tras pillar a algún capullo en el sitio equivocado antes de que llegue la poli, no sólo le dan las dos ostias de rigor. Qué va. Aprovechan y echan mano de la cartera del colega, o de lo que lleve encima. Y en realidad tampoco los puedo culpar, porque esta mierda que hacemos no se paga una mierda. Yo me salvaba porque tenía lo de las fotos, que algún dinerillo sí que me sacaba con aquello… Pero se fue al garete. Con tanto Smartphone y tanta ostia, ahora saca fotos, qué digo fotos, ¡vídeos! Hasta el más tonto envía vídeos a la redacción preguntando si le van a pagar por eso… Total, que me dijeron que me metiera la cámara por el culo.

Que sí, que sí, todo lo que tú quieras. Mucha fama, mucha pose y mucha mierda, pero y a mí, ¿de qué coño me sirve? Ni que la gente supiera quién ostias soy. Vamos, ahora sí que me reconocen, porque voy vestido como un demente, pero ¿tú crees que si fuera vestido normal alguien me reconocería? Ni pa dios. Algunos se lo montan bien, sí. Pero claro, anda que no tienen apoyo, y así cualquiera da la cara y no se oculta. Mira, los Richards están pagados por el gobierno a tope… Tony, Tony está forrado. Tiene el dinero por castigo. El calvorota y su panda de freaks también están forrados a más no poder. ¿Wayne? Ni te cuento. Y así la mayoría.

Luego te encuentras con algún tontolaba como yo, y aquí me tienes, caminando por la calle. Ni nave, ni coche, ni leches. Un puto transistor para escuchar la emisora de la poli, y pillando taxis, metro o lo que sea. O si no pero, como hoy, caminando Broadway arriba porque no sé qué ostias hay en Columbus Square. Total, no sé ni para qué voy, si para cuando yo llegue allí no va a quedar ni el tato… Pero ya ves, aquí no cejamos en nuestro empeño…

¿Eh? Ah, no, no. Paso de la gente. Sí, sí, esa es otra de las putadas de tener que caminar por la calle. Que aquí todo el mundo se siente obligado a decirte algo. Que si me hago una foto contigo, que si vaya pintas de idiota que llevo, que si por qué no me quito el pijama, que si me dejan la bici… El otro día, joder, es que yo flipo, el otro día, volvía yo para casa más contento que el copón. Pillé al Lagarto en las alcantarillas cerca de los juzgados, un chivatazo de los que hacen historia. Bueno, pues allí estaba yo, esperando al loco ese, y vaya que si le sorprendí. Le di hasta el cielo de la boca. Le cogí de ese rabo de lagartija que tiene y lo estampé de pared a pared. Al final el bicho ese hasta pedía clemencia y todo… Total, que volvía yo más contento que dios después de haberle dado lo suyo, y al pasar por Union Square, oigo una voz que me llama “¡Eh! ¡Spidey, Spidey! ¡Espera!” Y voy yo, y como estaba exultante, me vuelvo y me acerco a un grupo de chavales que estaba sentado en un banco y yo en plan guay, ya sabes, en plan “ey chavales, soy Spidey, el que más mola de todo Manhattan, y encima habéis tenido la suerte de que me pare aquí con vosotros…” y toda esa mierda. Y van ellos y me dicen “… oye Spidey, ¿te importa una foto?” Y yo “joder chavales, que soy el puto Spiderman, ¿¡Cómo me iba a importar!?” Y van y me dicen… joder, los muy hijos de puta van y me dicen “pues mira, toma la cámara. Basta con que le des a este botón de aquí y el flash sale sólo, ¿entendido?… ¡Ah!, ¡y procura sacarnos a todos!” Cabrones. ¿Sabes lo que hice? ¿Sabes lo que hice? Les hice la puta foto, cogí su puta cámara de fotos y con la telaraña se la colgué en lo alto de la farola, a seis metros. “Cuando crezcáis podréis ver la puta foto” les dije, y me fui. Eso sí, era mi último cartucho de telaraña tío…

Dios, qué putada que me hayan echado de la uni, tío. ¿De dónde coño voy a sacar yo ahora la puta telaraña? Y mientras tanto ala, a caminar como un hijoputa más Broadway arriba y abajo… qué asco de crisis, de verdad te lo digo. 


Spiderman cruzando un paso de peatones de Times Square.